Este tránsito de búsquedas, de aprendizajes, de experiencias, de encuentros con el otro y con nosotros mismos estuvo cruzado por lecturas, diversas técnicas para abordar la problemática, ejercicios para trabajar con el cuerpo, formas de recolección de datos, estudios de testimonios y por el debate de distintos documentales que enriquecieron nuestra propuesta. Por eso con esta obra no se intenta mostrar sólo nuestra mirada sino también una mirada a partir de la escucha y el análisis de la información.
El impulso motor de esta iniciativa es interpretar, relacionar y vincular lo que ocurrió en aquellos años de dictadura militar con lo que está sucediendo en la actualidad. Así rescatamos un fragmento de Italo Calvino quien nos dice “…no tiene sentido dividir a las ciudades en felices o infelices, sino que habría que dividirlas en las que a través de los años y las mutaciones siguen dando forma a los deseos y aquellas en la que los deseos o bien logran borrar la ciudad o bien son borrados por ellas…”
Por tal motivo, como jóvenes llenos de deseos y responsables de esta generación, la primera pregunta que surgió fue la siguiente: ¿Cuál es el aporte que los trabajadores de la cultura podemos hacer para que reconozcamos a este como un problema de todos y no sólo de los que estuvieron involucrados en esa época?
Como punto de partida, tomamos como eje el reconocimiento del cuerpo del actor. Apuntamos a un recorrido del mismo, enfrentándonos con su sensibilidad, sus apoyos, sus velocidades, sus tensiones, su respiración, sus extremidades. Encontrando así un abanico de posibilidades desde los límites hacia un punto germinal y viceversa. Todas estas herramientas nos posibilitaron armar una partitura y una composición estética, al compartir nuestro cuerpo como una prolongación del cuerpo del otro en tiempo y espacio.
Por otro lado, apostamos a obtener un registro de nuestras marcas, ya sean las superficiales, las que afloran desde la piel, como así también esas que están gravadas por debajo, por la huella de los años.
Así indagamos sobre cómo este tema nos tocaba en nuestra historia personal. Surgieron infinidad de interrogantes sobre qué es la pérdida, el olvido, la memoria para cada uno de los integrantes. Después de conocer y analizar lo que significaba la temática para el grupo entramos a poner el cuerpo y aparecieron los primeros bocetos de imágenes que salieron de esos relatos.
Después, esas imágenes comenzaron a llenarse de componentes que hicieron que empezara a esbozarse una historia y sus personajes. Eso hizo que cada uno vaya teniendo una identidad cada vez más profunda, porque ya tenían un cuerpo donde se podían anclar, una mirada, una voz y un determinado movimiento en el espacio.
Los personajes en sus inicios no tuvieron nombre, los empezamos a definir por colores y en el crecimiento del trabajo descubrimos los roles y por consiguiente los nombres de cada uno. Ahí fue apareciendo Matrina Nolvidano, como la madre; Nina Speranza como la niña curiosa, Nino Nostalgio como el niño inocente, Aurora Veletta, la maestra; Terrunia Testiga, la sobreviviente; Zepio Buscante como la figura del desaparecido y Griso Impunetti, como el hombre impune que camina por la calle.
Consideramos que es a partir de ellos desde donde podemos contar esta historia. No creemos que sean los únicos, pero en este proceso de investigación fue lo que apareció en sus cuerpos, en sus relatos, en sus maneras de moverse y en sus deseos.
Con la visualización de videos documentales, lecturas de testimonios y después de encuentros con sobrevivientes de aquella época, reflexionamos y consensuamos que los militantes y víctimas del terrorismo de estado depositan una gran esperanza en nuestra generación. Intentamos ser responsables en la tarea de construir un puente entre aquellos “años olvidados” y estos tiempos que corren. De esta manera, es posible empezar a reconstruir una historia entre todos teniendo como punto de partida la Memoria.
Sabemos que mirar más allá de la mirada es hacerlo hacia adentro, hacia afuera, hacia los demás, hacia el pasado, el presente y el futuro. Lo que proponemos es analizar desde nuestro registro lo que somos, para poder volcarlo en este proyecto.
Un pueblo no puede olvidarse de su historia, por esto, otro de los puntos centrales fue preguntarnos qué es lo que sucede hoy con esa historia; cómo nos involucramos para visualizar de qué forma la sociedad fue transitando y dejando su huella durante todos estos años.
Nos enfrentamos a un desafío muy grande ya que han pasado más de 30 años y nuestra realidad es diferente. Así decidimos reflexionar sobre cómo nos encontramos con este paso del tiempo y concluimos que el compromiso es hoy, en el aquí y ahora, en tiempo y espacio. Se trata de involucrarnos con lo que día a día nuestro pueblo llora y ríe.
Creemos que la mejor manera de ser auténticos con un público, es ser auténticos con nosotros mismos.