Todos somos esos pájaros que queremos volar libres y para eso debemos explorar y transitar nuestras huellas en la tierra, para entender lo que nos sucede y sucedió, porque las huellas propias y las de los otros son las que constituyen la identidad.
Hoy como ayer están los que protegidos por la impunidad, intentan destruir, vendando los ojos, tapando las voces, torturando las almas, matando las ideas. Se han inventado nuevas armas y formas de hacernos desaparecer, pero es inútil. No se puede aniquilar el deseo porque las huellas quedan como registro, son ellas las que nos permiten seguir resistiendo, creer que es posible y que vale la pena intentarlo. Mientras haya Memoria la vida seguirá su curso.
Cesar Vallejos nos regala una frase que nos ayudó a conformar este proyecto y nos unió con entusiasmo para realizar este trabajo: “Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado”
El objetivo fundamental es que el espectador se vaya preguntando algo. No es nuestra intención dejar nada cerrado ni acabado. Aspiramos que este proyecto pueda generar debates e interrogantes. Creemos que esta es la manera de entender este capitulo de la historia y así poder compartirlo y comunicarlo a las generaciones siguientes. Estamos tratando de dar un vuelo a nuestra imaginación, a nuestro corazón, a nuestro cuerpo, permitiendo que los demás se abran y se generen diversas preguntas. Creemos que tiene que ser una historia sencilla para que el público pueda identificarse en ella sin importar edad o clase social.
Hay lugares en Argentina que no han tenido desaparecidos, que no han sentido lo que fue el genocidio. Por tal motivo, surge un debate importantísimo para hacerse como país y creemos que el trabajo se tiene que hacer ya sea en esas ciudades donde la represión fue mucho más evidente como en las que no. Es una manera de dejar una huella diseminada por las calles donde uno camina. Solo así, intentaremos hacer que este sea un tema social, popular y nacional que nos involucre a todos.
Definimos el trabajo como circular, porque todos en un círculo comenzamos a girar. Desde ahí nos comunicamos y empezamos a habitar y a habitarnos. En este dar vueltas afloran las voces individuales y colectivas. Surgen las palabras e imágenes que se potencian en los cuerpos y en las almas. Se gestan y se extienden líneas entre un y otro punto del círculo, donde se unen deseos, anhelos, diferencias, pasados y presentes. Nuestra memoria se abre hasta lograr traernos delante de nuestros ojos lo que se quiso censurar, depurar, exiliar de las más variadas formas. Estas líneas se entrecruzan formando una red infinita que hacen del círculo una unidad.
Lo que proponemos es seguir sembrando. El círculo nos protege porque no podrán callarnos, debemos llenar la tierra de huellas, de pájaros y de círculos que por diminutos que sean crecerán y se expandirán.
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