domingo, 10 de octubre de 2010

Llegar, compartir y volver a dejar huellas...



Luciano al regresar decidió compartir el proyecto con Severo Callaci otro joven rosarino que continuo con el Teatro de la Huella. Sin embargo, Luciano emprendía otro viaje, pero en este caso a Bolivia al Teatro de los Andes. Ahí participa de seminarios y se perfecciona en el estudio de su gran vocación “transmitir el arte popular”.
El Teatro de los Andes, fue fundado en 1991 por Cesar Brie, se convirtió en un paradigma de las artes escénicas y puso al teatro boliviano en el mapa mundial del arte, tratando de construir puentes entre las técnicas y las fuentes culturales andinas.
Por su parte Severo Callaci toma las riendas del Teatro de la Huella y empieza su andar a principios del 2008 con una nueva propuesta para Rosario: el Taller Máquinas Teatrales.
Este Taller surgió como una técnica de improvisación creada por Pompeyo Audivert en los años noventa en Capital Federal. Severo luego de haber tomado clases con él y encontrando un gran potencial para la experimentación decidió  llevarla a otros territorios para compartirla y transformarla.



Así, comenzó con un grupo de actores y emprendió el camino, alimentado por la necesidad de expresión y búsqueda. Estos dos factores siempre fueron los que tiraron del carro, que en algún tiempo atrás habían llevado a Luciano a transitar por los caminos de la Argentina.  
 El Teatro de la Huella comenzó con el Taller todos los miércoles de 18 a 21 horas en el Teatro La Morada de la ciudad de Rosario. El método con el que se trabaja es la improvisación, la asociación libre y no se sigue históricamente con lo que se va a decir y hacer. Por lo tanto los actores tienen la palabra y el cuerpo al servicio de sus propios deseos. Así el espacio escénico late, se acelera, se segmenta y gira. Las imágenes se forman con la luz, los movimientos, las danzas, los ruidos, la música, los objetos, generando un discurso, una retorica de la puesta en escena. En Maquinas Teatrales se busca la espontaneidad a través del entrenamiento y los ejercicios que hacen que cada clase sea única, irrepetible y sorprendente.
Luego de un año de clases, a finales del año 2008, el Taller realiza su primera muestra para el público. Para ese entonces ya se habían sumado estudiantes que lo tomaron como objeto de estudio para trabajos prácticos y tesis universitarias y además distintos músicos que con sus instrumentos también transitaron y compartieron la experiencia.
En enero del 2009 Severo Callaci viaja a Chile y dicta el taller Maquinas Teatrales en forma  intensiva en la ciudad de Santiago con una amplia convocatoria. En su regreso retoma las clases que se continúan durante todo ese año en La Morada finalizando con otra muestra anual.
Durante el 2010 ya no se dieron clases del Taller pero se realizaron distintas muestras de “Imaquinario Colectivo” en el Teatro La Escalera y en el Kínder de Rosario. Además, el grupo Teatro de la Huella comienza a trabajar para la edición de un libro llamado “Retacería” que incluye poesías de los alumnos surgidas a partir de ejercicios de improvisación literaria que se realizaron en Máquinas Teatrales.
Con el transcurso del tiempo y en paralelo al Taller, el grupo fue encontrando una fuerte identidad generando otras alternativas culturales. Éstas se fueron gestando y su funcionamiento y comunicación obedecen a los planos del deseo como una expresión y representación teatral viva y se convierte en un acontecimiento creador de nuevas formas de acción que busca desde una multiplicidad de devenires, pequeñas transformaciones.

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